lunes, agosto 18, 2008

Podemos superar el suicidio

¿Ser o no protagonistas de nuestras vidas?

Para ser protagonistas de nuestras vidas no basta con vivirlas, es preciso hacerlo conscientemente. El problema es que generalmente se adoptan posturas típicas o modismos existenciales, es decir, esquemas intelecto-conductuales prefijados, los que subrepticiamente se enquistan en nuestra psiquis. Pues bien (y este es el meollo de asunto), yo afirmo que el proceso de llegar al suicidio es también una conducta típica y, por lo tanto, inconsciente (!). En ese proceso somos vividos por la conducta modelo (típica), nos dejamos llevar (vivir) por las circunstancias y, como es obvio, perdemos el protagonismo.

Cuando ya no poseemos el dominio de nuestras vidas, podemos caer fácilmente en cualquier fanatismo (intelectual, religioso, emocional, vivencial, etc.), y de ese modo nuestra racionalidad objetiva queda fuera de juego. En esos momentos somos vividos: el dominio viene de fuera.

Mi opinión es que si uno recupera el control, dominio u objetividad en su vida, el suicidio (que es un proceso) se detiene.

Cuando somos capaces de comprender lo que hacemos, es decir, cuando vemos desde arriba nuestro juego, entonces no existe la posibilidad de caer en la trampa, pues nadie que sea consciente de lo que hace, nadie que tenga el dominio podrá entrar en el proceso que lleva al suicidio. A este sólo se llega cuando se actúa sin protagonismo.

Quien ya está convencido de que su única salida es el suicidio, ha desarrollado mecanismos de justificación tan elaborados que cualquiera que intente hacerle ver su error será apabullado con muy buenas razones.


Simple error de razonamiento

- Suicida: Yo creo que en verdad tú no sabes de qué estás hablando. Y por lo demás, a ti qué te importa lo que yo haga.

- Protagonista: En verdad no me importa lo que tú haces, simplemente digo que estás razonando mal, porque estás confundido. En verdad, no eres consciente de tu propio error de razonamiento.

- Suicida: Insistes en saber lo que pienso. No estoy equivocado, sé perfectamente lo que quiero y debo hacer.

- Protagonista: Tú dices que realmente sabes lo que haces, pero en verdad has perdido el dominio de tu vida. Afirmas que la vida no tiene sentido y con ello pretendes justificar tu juego. Yo te pregunto: ¿qué tiene que ver tu decisión de quitarte la vida con el hecho (verdadero o falso) de que la vida no tenga sentido?

- Suicida: Simple. Si la vida no tiene sentido, no vale la pena vivirla.

- Protagonista: Tu trampa es esta, dices "Yo quiero suicidarme", cuando debieras decir "Yo quiero que la vida tenga sentido". Lo que ocurre es que asumiste emotivamente (fanatismo) un descubrimiento racional (no he dicho 'verdadero'; aquí, por lo demás, no importa si eso es verdad o no). Cuando uno posee el dominio de su vida, no se derrumba ante argumentos de ese tipo (y ante ningún argumento). El dominio permite decirse "He descubierto un hecho que me parece verdadero: la vida no tiene sentido. Bien, pero:
1) Eso no impide que siga viviendo (ejerciendo dominio);
2) Existe la posibilidad de que esté equivocado y la vida sí tenga sentido, el cual, quizá por mi falta de conocimientos, etc., aún no me sea posible descubrir;
3)En cualquier caso, yo puedo darme le lujo de darle el sentido que quiera a la vida, hacerla mía".


Ahora bien, aunque no me creas o no estés de acuerdo, detente y piensa en esto, ¿quién ejerce el dominio en tu vida? Si la respuesta es 'yo', entonces ¿porqué quieres quitártela? Si insistes en tu intento, perfecto, pero antes date un tiempo para descubrir en qué momento la idea del suicidio cobró vida en ti. Es muy posible que cuando lo descubras, la idea pierda fuerza, desaparezca. Habrás vuelto a tener consciencia objetiva de tu propia vida y la emoción que no te permitía ver con claridad cederá su lugar a la razón.

(Nota: No discuto acá la eutanasia y otros casos que quizá ameriten un análisis distinto)