sábado, febrero 06, 2016

Y cuánta cosa que ocurre ahí en la Red,  no? Sin tiempo. Sin más que superficie y símbolo, como todo lo humano, querámoslo o no, como esto... Qué cosa rara esto de saberse humano: Navego por la Red y no hago más que afianzar eso. Superficie y símbolo.

domingo, noviembre 18, 2012

Sacrificio v/s esfuerzo

Cuántas veces hemos oído que, por ejemplo,  los jóvenes de cierto programa televisivo hablan del mucho sacrificio que han debido realizar para alcanzar el nivel de calidad (si es que, ¿no?) que les permite mantenerse vigentes en el ranking, y majaderamente señalan que eso es digno de aplauso. Van nuestros respetos. Pero realmente estamos hablando de sacrificio? Yo lo llamo esfuerzo

Me place pensar que el sacrificio tiene que ver con el esfuerzo que hacemos en pro de los demás, sin esperar nada a cambio (Y no es que no nos beneficiemos de vez en cuando, de alguna forma, pero no es lo que nos mueve a sacrificarnos).

jueves, diciembre 10, 2009

Pequeño homenaje a nuestro Víctor Jara


Allí estuvimos... acompañándolo... más allá de las ideologías, más allá de la enorme estupidez humana...


lunes, agosto 18, 2008

Podemos superar el suicidio

¿Ser o no protagonistas de nuestras vidas?

Para ser protagonistas de nuestras vidas no basta con vivirlas, es preciso hacerlo conscientemente. El problema es que generalmente se adoptan posturas típicas o modismos existenciales, es decir, esquemas intelecto-conductuales prefijados, los que subrepticiamente se enquistan en nuestra psiquis. Pues bien (y este es el meollo de asunto), yo afirmo que el proceso de llegar al suicidio es también una conducta típica y, por lo tanto, inconsciente (!). En ese proceso somos vividos por la conducta modelo (típica), nos dejamos llevar (vivir) por las circunstancias y, como es obvio, perdemos el protagonismo.

Cuando ya no poseemos el dominio de nuestras vidas, podemos caer fácilmente en cualquier fanatismo (intelectual, religioso, emocional, vivencial, etc.), y de ese modo nuestra racionalidad objetiva queda fuera de juego. En esos momentos somos vividos: el dominio viene de fuera.

Mi opinión es que si uno recupera el control, dominio u objetividad en su vida, el suicidio (que es un proceso) se detiene.

Cuando somos capaces de comprender lo que hacemos, es decir, cuando vemos desde arriba nuestro juego, entonces no existe la posibilidad de caer en la trampa, pues nadie que sea consciente de lo que hace, nadie que tenga el dominio podrá entrar en el proceso que lleva al suicidio. A este sólo se llega cuando se actúa sin protagonismo.

Quien ya está convencido de que su única salida es el suicidio, ha desarrollado mecanismos de justificación tan elaborados que cualquiera que intente hacerle ver su error será apabullado con muy buenas razones.


Simple error de razonamiento

- Suicida: Yo creo que en verdad tú no sabes de qué estás hablando. Y por lo demás, a ti qué te importa lo que yo haga.

- Protagonista: En verdad no me importa lo que tú haces, simplemente digo que estás razonando mal, porque estás confundido. En verdad, no eres consciente de tu propio error de razonamiento.

- Suicida: Insistes en saber lo que pienso. No estoy equivocado, sé perfectamente lo que quiero y debo hacer.

- Protagonista: Tú dices que realmente sabes lo que haces, pero en verdad has perdido el dominio de tu vida. Afirmas que la vida no tiene sentido y con ello pretendes justificar tu juego. Yo te pregunto: ¿qué tiene que ver tu decisión de quitarte la vida con el hecho (verdadero o falso) de que la vida no tenga sentido?

- Suicida: Simple. Si la vida no tiene sentido, no vale la pena vivirla.

- Protagonista: Tu trampa es esta, dices "Yo quiero suicidarme", cuando debieras decir "Yo quiero que la vida tenga sentido". Lo que ocurre es que asumiste emotivamente (fanatismo) un descubrimiento racional (no he dicho 'verdadero'; aquí, por lo demás, no importa si eso es verdad o no). Cuando uno posee el dominio de su vida, no se derrumba ante argumentos de ese tipo (y ante ningún argumento). El dominio permite decirse "He descubierto un hecho que me parece verdadero: la vida no tiene sentido. Bien, pero:
1) Eso no impide que siga viviendo (ejerciendo dominio);
2) Existe la posibilidad de que esté equivocado y la vida sí tenga sentido, el cual, quizá por mi falta de conocimientos, etc., aún no me sea posible descubrir;
3)En cualquier caso, yo puedo darme le lujo de darle el sentido que quiera a la vida, hacerla mía".


Ahora bien, aunque no me creas o no estés de acuerdo, detente y piensa en esto, ¿quién ejerce el dominio en tu vida? Si la respuesta es 'yo', entonces ¿porqué quieres quitártela? Si insistes en tu intento, perfecto, pero antes date un tiempo para descubrir en qué momento la idea del suicidio cobró vida en ti. Es muy posible que cuando lo descubras, la idea pierda fuerza, desaparezca. Habrás vuelto a tener consciencia objetiva de tu propia vida y la emoción que no te permitía ver con claridad cederá su lugar a la razón.

(Nota: No discuto acá la eutanasia y otros casos que quizá ameriten un análisis distinto)


miércoles, octubre 31, 2007

Lo que soy



¿Cuál es mi naturaleza? No existe. Se va construyendo a medida que voy siendo. Es una funesta obra pasada, que se agolpa en cantidades de polvoriento y oscuro desgano: apenas quiero tomarla... se esfuma. Se supone que podría definirla, definirme, pero más que nada ella tropieza con mis propios y porfiados pasos hacia adelante. Mi forma de ser se pelea consigomisma, no sabe hacer las paces, porque sueña con ser definitivamente algo, y corre en pos de cualquier nuevo olor. Su farsa es eterna. Y medio loca se arranca los cabellos a ver si sufriendo logra detenerse unos segundos. Pero no: huye despavorida de sí misma, apenas existe como una sombra, como un óxido que se pega a lo que ya no es. Trata de sostenerse, pero su luz siempre ilumina fuera, más allá de ella, lejos, donde arden mis voces... mis furtivos pasos. Ella sufre, goza y ríe, a fin de cuentas, después de mí, y en eso debe sentirse: mi esencia no existe más que como un vestigio de vida. Se acumula y se acumula, pero yo no pienso en coleccionar huesos ni trozos de carne magra. No cuando me espera esa enorme sonrisa primaveral: lo que quiero ser... todo.

jueves, octubre 25, 2007

De la censura y otros ingenios

"Estamos condenados a ser libres" (Jean Paul Sartre)

Prohibir ha sido y es una costumbre de vieja data. Parece connatural a la conducta humana. Desde chicos venimos escuchando el "no hagas eso", "déjate de leseras", "eso no lo hacen los niños bien educados", etc. Todo ello apunta, se supone, hacia la formación de buenas personas, a la preservación del bien común. Creo que hasta ahí no es necesario oponerse, y me refiero a que en esa tierna edad la adaptación social sería demasiado difícil o poco fructífera si nos dejasen al acaso, a la suerte o a la buena gana que tuviésemos o no de hacer ‘lo que es debido’. Pero la cuestión no es tan fácil de resolver si pensamos en la llegada a la autonomía moral (14 años aproximadamente), es decir, a la etapa en que ya podemos darnos cuenta y ser responsables de nuestros actos y sus consecuencias. Antes de eso, como es fácil de entender, lo bueno y lo malo dependen en absoluto de lo que nuestros mayores establezcan (heteronomía moral).

Bien, pues. Cuando ya podemos ser responsables debemos serlo. De hecho, así nos lo exigirá la sociedad. Ya no podremos escudarnos en inmadureces de ningún tipo. Todo marchará con un peso extra depositado en nuestros hombros (querámoslo o no).

Hasta ahí, la cosa no parece tan compleja, pero ¿y la censura?

Si alguien pretende censurar a un niño (dadas todas esas razones ya mencionadas) no habrá mayor escándalo, pero a un sujeto autónomo, libre y responsable de sus actos, ¿se le debe censurar?

Pensemos en el bochornoso acto de prohibir legalmente (!) el filme "La última tentación de Cristo", que está orientado precisamente a los adultos capaces de decidir si la ven o no, de acuerdo con sus valores y principios morales. ¿Habrá pensado el censurador en la torpeza o lo paradojal de su conducta cuando se propone impedir la libertad a los seres adultos autónomos? Es decir, la libertad no se puede administrar a la pinta de un 'ser superior', pues ello significaría quitarle el sentido propio a esa idea de libertad. O sea, si alguien es responsable, lo es 100 por 100 y en cada acto consciente de su vida. De lo contrario, habría que aceptar que los censurados se den el lujo de no ser responsables en ciertas ocasiones, cuando les convenga.

Además, ¿quién le da al censurador la categoría de tal?, ¿podríamos todos acceder a ese derecho? , ¿bajo qué parámetros decide censurar (¡Y con el apoyo de la justicia!)? La verdad es que se torna cada vez más confuso y extraño este asunto. Quizá sea porque no estamos acostumbrados a asumirnos como libres o porque las más de las veces nuestra idea de libertad tiene que ver con ideales adolescentes, modas pasajeras vinculadas a una que otra propuesta 'rebelde', que se asemejan demasiado a vulgares quejas infantiles más que a puntos de vista maduros, prontos a ser traducidos en conductas consecuentes. En fin, quizá sea cuestión de aprender a reconocer la fuerza del imperativo sartreano en cada uno de nuestros actos y dejar de ser tan eminentemente pasivos frente a las decisiones que nos afectarán tarde o temprano.

miércoles, octubre 24, 2007

A la locura de ser profesor

Cuando se habla de educación, normalmente aparecen cifras y datos estadísticos que nos permiten comprender mejor los aspectos desde un punto de vista objetivo. Vemos claramente hacia dónde van los esfuerzos macroeconómicos y las tendencias de este importante sector de la realidad social. Y eso está muy bien. Pero parece que cuesta hacer un desenfoque desde el mundo macro y tratar de captar lo micro, el dato que se pierde en la estadística, la pequeña cifra que nadie puede calcular, la riqueza ínfima que termina siendo fundamental, aunque el público jamás se enterará de ella. Estamos hablando del gesto cotidiano, de la palabra honesta, del enorme empuje contra la realidad que nos golpea en la mirada de unos ojitos que recién empiezan a encontrarse con los cuadernos y las obligaciones escolares. Estamos hablando de la voz gastada con generosidad en el rincón perdido de una escuelita rural, de la fortaleza puesta a prueba cuando el bolsillo sigue estando medio vacío, de las horas de lectura para finalmente entregar una sonrisa mejor, tan necesaria como el conocimiento certero. Sí, hablamos de la vocación más loca del mundo, que jamás negará sus ímpetus pedagógicos, porque no sabe de egoísmos, y goza cuando ve aparecer los primeros indicios de unos garabatos que parecen palabras en el cuaderno de caligrafía. Sí, hablamos de nosotros y de nuestra férrea labor cotidiana. Y podemos sentirnos orgullosos, porque hemos actuado bien, con honestidad, con heroísmo: no lo podemos negar... somos profesores.

viernes, abril 29, 2005

Consciencia y auto-consciencia

Sé que soy yo el que escribe. No puedo evitarlo. Sé que soy yo el que es aquí y ahora. Y qué! Gano algo? Soy mejor? Es un privilegio?

Sé que no siempre supe esto, al menos de una forma tan potente. Quizá fue aumentando gradualmente, a medida que mi cerebro fue madurando. En principio, sólo fui consciente, pero no auto-consciente: Sabía (aunque no me daba cuenta) que las cosas estaban ahí. Podía transitar entre ellas y usarlas también. Jugar y correr entre objetos y seres (objetos extraños) que me son conocidos desde pequeño. Pero esto de darme cuenta de mí mismo...

Todo esto sé y me han dicho que no existe otro ser que sea capaz. A partir de este dato nacen en mi mente sinnúmero de preguntas. No me siento del todo grato. Algo me huele mal. Es raro ser consciente de uno mismo. Soy como un bicho para mí. Puedo observarme y sentirme. Sé que lo hago y no puedo evitarlo. Eso me hace distinto quizá. Pero no sé si es un privilegio, no sé si eso me hace mejor. (Continuará)

martes, abril 26, 2005

El sano escepticismo

Mis alumnos siempre me preguntan si creo o no creo en dios. Parece que es una cuestión importante o que provoca inevitable curiosidad. Y yo respondo honestamente: No.
- Ah! Es ateo.
- No tanto. No sé si dios existe o no, sólo digo que yo no creo. No tengo fe.
- Pero es lo mismo, pues.
- Claro que no. El ateo afirma que dios no existe (Y generalmente no tiene pruebas de ello), yo no niego esa posibilidad.
- ¿'Escéptico'?
- Sí. Dudo, racionalmente dudo. Trato de mantener una actitud más bien independiente respecto del conocimiento. Me gusta hacer uso de mi derecho a disentir, a criticar... buscando acercarme a la verdad.

- Pero eso es fome, ¿no?
- A mí me encanta, hasta lo encuentro divertido.

Claro que no me dedico a enseñar a mis alumnos a no creer en dios -como me dijo una colega (Aunque ella sí se dedica a enseñarles a creer). Mi intención es hacer filosofía 'con' ellos. Quizá no todos lo entiendan, o incluso vean esto con malos ojos, pero el asunto es que la realidad humana no está ahí para que uno meramente se adapte a ella. Yo voy más allá, pretendo hacerla mía, cambiarla (Tratar, al menos), co-crearla... y contagiar a mis alumnos de esas ganas.
Ey! Si alguno de ellos cree en dios, ¡bien por él! Yo lo apoyo a creer mejor, con más conocimiento de su religión, de la tradición en que nace, etc. Repito, escepticismo no es simplemente no creer, sino buscar, siempre buscar, racionalmente... hasta donde sea posible.

viernes, abril 22, 2005

¿Por qué dios (Jehová) creó al demonio (Lucifer)? (Segunda parte)

A partir de lo dicho, podemos incorporar a otro personaje bíblico (¿histórico?) importante: Jesús (para algunos, "el cristo"). Claro, si ya está el contexto señalado -con el Mal incluido- ahora es tiempo de "enviar al Salvador". Uf, a qué viene realmente? Pues a cumplir la Palabra. Eso! Todo es cuestión de "cumplir la Palabra", y no es posible que haga otra cosa... si dios ya tiene todo previsto. Malo malo, pues: ¿Acaso Jesús fue capaz de actuar por sí mismo, más allá de los designio divinos? No! Entonces... no actuó libremente. (Continuará)

El cliché: la fuerza de la sinrazón

Es muy probable que en nuestras conversaciones o en la televisión hayamos oído decir con extrema naturalidad que "el hombre es un ser social", y es probable también que no pongamos en duda dicha afirmación. Algo hay en ella que nos hace aceptarla incondicionalmente. Quizá se explique esa 'natural' aceptación por el hecho de no ver nada en ella que nos provoque rechazo, o simplemente ocurre que ya la teníamos incorporada a nuestro repertorio de 'clichés' (frases hechas) que aprendimos-memorizamos en la escuela. El asunto es que con ella podemos terminar una discusión y aparentar gran sapiencia: la frase sirve, funciona. Otra cosa es que tengamos claro su real significado, su origen o el contexto en que fue planteada por su autor.

Como toda frase hecha, ésta también se reconoce por no tener crítica cuando es formulada. Su uso obedece a una realidad pocas veces estudiada por quienes recurren a ellas. Están enquistadas allí donde no existe crítica, en nuestra infancia, en nuestra ignorancia, en nuestra mediocridad acultural típica.

No se trata de que extirpemos 'porque sí' ese 'recurso lingüístico', pues eso sería tan lelo como su uso indiscriminado. El asunto es recordar que somos 'los racionales' y analizarla, echarle una miradita desconfiada, tenerla en duda, ¡ésa es la cuestión!. Es muy probable que terminemos por reconocer que sí es correcta, que somos sociales, pero ahora ya no será, para nosotros, una mera repetición sin mayor sentido, pues podremos poner los puntos sobre las íes: somos sociales en la medida que dependemos de los demás para sobrevivir; hemos sido educados para adaptarnos a la sociedad; nuestra conformación neuro-estructural facilita conductas sociales que se pueden canalizar mediante la educación (formal e informal), etc. En eso consiste ser racionales, ¡en usar, aunque sea de tarde en tarde, la razón!

miércoles, abril 20, 2005

¿Enamorarse o amar?

Por supuesto, sentirse enamorado y amar no pueden entenderse como sinónimos. Allí donde surge el enamoramiento están presente pulsiones y cosquilleos que no conoce el amor. El enamorado es un eterno perseguidor de sentimientos pasajeros: que ese perfume, que su mirada, que esa sonrisa, qué sé yo... Nada le parece definitivo y no busca seguridades, sino promesas y suspiros. Los 'por siempre', 'eres mi vida', y las miradas fugaces lo colman hasta el borde de las felices taquicardias. Pura adolescencia.

El enamorado -o la enamorada- carece de objetividad, todo lo vuelve 'sentimiento'. Quiere que lo quieran, está atrapado en la sedocidad de la egolatría, dulce ilusión de los que seducen, pero nada más. En esta veloz carrera a dúo, los arrumacos son el lubricante de cualquier gesto. No se busca la profundidad (que incluso puede ser 'peligrosa'), aquí la cuestión es rozar y fingir. La cadencia va y viene desde una individualidad inmadura que apenas comienza a salir del cascarón y teme dar 'demasiado'. Desconfía tanto porque el sufrimiento 'por amor' le parece enemigo del placer. Aunque sea con algo de mentirillas blancas este sentimiento y esta opresión casi casi angustiante tienen un gustillo que satisface estos primeros coqueteos con el 'mundo exterior'. Nada de compromisos, sólo promesas de eternidad, sólo promesas...

La búsqueda de pareja se pretende necesaria, vital; mas nada se dice de los porqué de esa supuesta necesidad.

No creo que se trate de mala intención. Las verdaderas causas están ocultas para un tipo semejante de precocidad juvenil. Mandan las emociones y el satisfacer 'instintos básicos' de placer. Todavía no se accede al mundo frío del razonamiento, de las causas, de la profundidad del amor.

viernes, abril 15, 2005

¿Por qué dios (Jehová) creó al demonio (Lucifer)?

Se supone que somos libres, se supone que tenemos 'libre albedrío'. Mmm Lindo, pero... otra cosa podemos obtener desde el relato bíblico. Mira... si Jehová es omnipotente y omnisapiente, o sea, si todo lo puede y todo lo sabe, es obvio que al crear sabe qué pasará con su creación, los límites que tendrá y las variadas gamas de imperfección a las que se verá sometida y todos los altibajos de su existencia. Así las cosas, respecto de Luzbel, ese bello ángel fruto de su creación, también estaba al tanto de su traición futura. Y peor aún: el propio Jehová lo creó traidor, lo creo para que lo traicionara (Continuará).

miércoles, abril 13, 2005

¿Para qué sirve la verdad?

Algunas personas tienden a considerar valioso sólo aquello que pueden reducir a dinero, es decir, para ellos quizá valga más un automóvil que un acto de cortesía.
Si nos preguntamos ‘¿qué ganaré con decir la verdad?’, estaremos razonando en el esquema ‘monetarista’ ya mencionado. Es que decir la verdad, por el contrario, es un acto altruista, de valor incalculable bajo el esquema de libre-mercado. Ser veraz es un acto libre y de total gratuidad. En él me consagro a la aventura de ser cada día más digno.
Una vez que decido –libre y responsablemente- no mentir, engañar u ocultar información malintencionadamente, estoy dando un paso hacia el vacío, pues sólo yo seré el llamado a sostener la palabra empeñada y todas sus consecuencias. Nadie habrá de ocupar el lugar que valientemente hemos construido para ser auténticamente libres.
Decir la verdad es renunciar al influjo de las circunstancias y al estigma de la soledad. Es un acto donde prima la valentía, el compromiso abierto y tenaz con los propios principios.
Quien ose buscar sombra bajo este árbol, tendrá que soportar más de una penuria; pero también habrá frutos maduros que cosechar en la hora de la justicia.
La verdad, por supuesto, no nos hará más ricos, nos hará mejores.

viernes, abril 08, 2005

Hacer el amor... ¿sin sexo?

Nos enseñan a caminar, a leer, a rezar, a ser 'niños buenos'. Nos acostumbran a ser humanos de cierta forma, tal como a ellos les parece que es correcto.
No podemos sacarnos de encima todo ese peso que han depositado sobre nuestros cerebros año tras año. Quizá ni siquiera debamos hacer el esfuerzo. Mmm Pero... tienta el deseo de poder hacer las cosas... nuestra vida... tal como queremos, sin llevar la mala fe de que cada acto y sentimiento no sean más que el reflejo de nuestra educación impuesta. Por ejemplo, días atrás me encontré entablando amistad virtual con una mujer nada de virtual: plena, buenamoza (según la foto), inteligente y... culta. Nos fuimos envolviendo en un mar de emociones y energía vital (libido) hasta la saciedad. Las palabras fueron brotando y quedamos en éxtasis. Lloramos y reímos a enorme distancia física. No hubo contenido erótico (Al menos no explícito. El otro... siempre está ahí, ¿no?), sino profundización en la propia magia de lo que ella y yo somos, en nuestras riquezas y debilidades, en la soledad y en la fuerza por hacer algo digno en este mundo. Al final del gorjeo, estuvimos de acuerdo en que eso también es hacer el amor, pero de una forma nueva, llena de originalidad e intensa hasta el gozo... pero sin contacto sexual. Eso nadie nos lo enseñó.

jueves, abril 07, 2005

La porfiada naturaleza

No somos naturales, no somos parte de la naturaleza, por lo menos, no como los demás animales. Está claro que nuestro cuerpo es la base biológica sobra la cual se enarbola nuestra existencia, pero no nos determina. Más allá de reflejos e instintos, debe aflorar el impulso cultural, la fuerza de la razón, el amor, y todas las virtudes (y defectos) que nos alejan de las simples bestias. En fin, podemos y debemos decir que no a la ceguera de la naturaleza.

martes, abril 05, 2005

Las mujeres trabajan más

Mis amigas tienen razón: la mujer ha logrado avances sociales importantes. Ahora, que esos 'avances' las hagan emerger del sólido machismo... No sé. Claro, ellas trabajan mucho más: fuera y dentro de la casa. Es una cuestión más bien injusta, ¿no? Y, desde luego, a los brutos machos humanos eso les viene como anillo al dedo. Quizá la cuestión haya que replantearla de nuevo, desde la mentalidad machistoide con que ellas mismas nos educan.
Con el perdón de mis amigas, ¿no?: Uf, que es difícil convencerlas de que tienen que ser más cuidadosas a la hora de decidirse a ser más liberales, mira que quizá nos guste ese estilo que han utilizado para asignarse más y más trabajo... y con muy buenas intenciones. Están algo solas en esta batalla.
¿O será que falta que esos de 'nosotros' que aún no se dan cuenta, se pongan a empujar junto con ellas el bulto enorme de la injusticia solapada?.